TRRRRRRRR, TRRRRRRR, TRRRRRR. TRRRRRRR. TRRRRRRRRRR. TRRRRRRRRR
6:10 am. Escucho el ruido, al principio es lejano. Intento reconocerlo mientras se vuelve cada vez mas intenso. Volteo a los lados veo que estoy sola en la habitación. Mientras, poco a poco el ruido se vuelve mas ensordecedor. No es igual a ningún otro a esa hora de la mañana; no es mi reloj, no son las cigarras, ni los trabajadores de la ciudad cortando los árboles por cuarta vez este mes, no es Daniel en la regadera... ¿Qué es?
Me levanto y recuerdo que estoy en short y camisa. Tengo que ponerme un pants y buscar un sweter o algo para cubrirme. Desde mi ventana, donde ya se asoma el sol, se asoma tambien una brisa muy densa. Imagino que es como la de casa, fria e impasible.
Me pongo torpemente los zapatos y busco un chal. Me quito el short y me pongo un pants. ¿Dónde está mi bolsa? Por un segundo media docena de preguntas asaltan mi cerebro. ¿Dónde dejé los zapatos anoche? Dijeron que siempre debo llevar conmigo mi identificación... ¿Dónde está Daniel? ¿Cuándo va a parar ese ruido? ¿O es que sólo lo escucho yo?
Quiero decir algo pero se me atoran las palabras, suenan como en otro idioma. Estoy sellada, nada coherente sale de mi boca.. Un objeto extraño la invadió durante la noche. No me entiendo. No me entiende. No entiendo qué me pasó. Voy al espejo y veo que mis ojos están casi abiertos, mi cara se ve fatigada como si la noche hubiera durado una vida. Mi boca tiene un tamaño anormal y se escapa entre mis inflamados labios la imagen distorsionada de su interior. Mis dientes que deberían reflejarse diáfanos, se ven lejanos, borrosos; como desplazados al fondo de mi garganta. Toco mi boca y trato de tocar mi remota dentadura. Con un movimiento de quijada mi lengua se revela ante la extraña ocupación y empujando hacia el paladar escupo entre arcadas un viscoso ente, transparente a la vista y sin señal de vida.
Pienso que nada tiene sentido. Parece realismo mágico, nada más falta empezar a sangrar de un dedo o mutar alas y atraparme en una jaula. Ante tal idea unicamente me queda reir y reconocer la ridiculez de mis ideas. La alarma contra incendios de mi edificio es bastante sensible, seguramente alguien ya quemó el pan tostado, y mi protector bucal no es nada halagador a la vista, pero protege mis dientes del desgaste al que están acostumbrados mientras duermo...
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